Catalina de Erauso: La monja lesbiana que luchó contra los mapuches
Conocida como la monja alférez, esta mujer pasó a la historia por su vida, donde fue una monja, lesbiana y militar, que rompió los estigmas del siglo XVII.
Por Diversomos
28 de febrero de 2022
Una vida de novela tuvo Catalina de Erauso, mejor conocida como monja alférez, quién pasará a la historia por lo rupturista de su vida marcada por la violencia, un travestismo y su lesbianismo oculto.
Según relata el autor Mado Martínez en su libro Putas, brujas y locas (Editorial Algaida), Catalina nació en la ciudad de San Sebastián, a los cuatro años de edad ingresa a un convento, debido a la pelea que tuvo con otra novicia escapa a los 15 años del convento. Tras su fuga es cuando decide cortarse el pelo y vestir ropas de hombre para ocultar que es una mujer.
Diferentes nombres a lo largo de su vida tuvo Catalina, por ejemplo se hizo llamar Pedro de Orive, Alonso Díaz o Antonio de Erauso, este último le sirvió para heredar en el testamento familiar. Sin duda, utilizó el travestismo para cambiar su identidad en el plano personal y civil.
En su vida tuvo diversos oficios, uno de esos trabajos la lleva a Lima, donde inicia una relación con la sobrina de su jefe, debido a este noviazgo la despiden del trabajo. Luego del despido decide enlistarse en el ejército, llegando a obtener el cargo de alférez, y en donde pasa a luchar por la corona española, desempeñando un papel importante en la Guerra de Arauco.
De acuerdo al autor Catalina se ganó la fama de valiente y diestra en las armas y en ningún momento nadie, nunca, llegó a sospechar que se trataba de una mujer. Vivió su vida trasladándose de un sitio a otro, siempre vinculada a luchas o peleas.
Viajó a Chile en el año 1619 y forma parte de las tropas que ese año partieron desde Lima a luchar en la Guerra de Arauco, por su valentía se distinguió en varias acciones militares, lo que le valió ascender al grado de alférez. En Chile fue traicionada por su carácter pendenciero y debió alejarse del Reino.
Dicen mató a más de 10 hombres, incluyendo a su hermano, quien era secretario del gobernador de Chile, pero tras 20 años vistiendo de varón, con diferentes nombres, y escapadas para evadir la justicia, a menudo acudiendo a la iglesia en busca de refugio, fue detenida en Perú.
Al ser detenida teme por su vida, por tanto pide una audiencia con el obispo de Guamanga, ante quién confiesa todo. Ante la declaración el obispo decide no expulsarla, y en un viaje realizado a España se presenta ante el rey, Felipe IV, a pedir que premiara los servicios de Catalina.
A pesar de lo inusual que era, la homosexualidad en aquellos años, el rey Felipe IV le mantuvo la graduación militar de alférez, permitiendo seguir haciendo uso de su nombre masculino. Así, el rey le permite llamarse Antonio de Erauso y el Papa Urbano VIII la dejó seguir vistiendo ropas masculinas.
Luego de la revelación se convierte en una conocida de la sociedad, incluso presentándose ante diversos reyes de Europa, además de ser retratada por artistas de la época. De su vida se hicieron dos ediciones y el dramaturgo Juan Pérez de Montalbán, discípulo de Lope de Vega, compuso y representó la obra teatral “La monja Alférez”.
De acuerdo al escritor no hay muchos antecedentes de los últimos días de su vida, la poca información disponible, estima que su fallecimiento ocurrió en América, a donde había vuelto lejos de la fascinación que su vida tenía para la opinión pública.